La Nurse
- Vamos a tomar una nurse para Tommy -dice mi esposa-. Yo escribo a una oficina de colocaciones y al lunes siguiente, una nurse alegre y robusta, como un caballo militar, penetra en mi escritorio.
- Usted conoce a los niños -dice mi mujer-. En ese caso, no vacilo en confiarle el cuidado de Tommy. No tiene ni un año; cuídelo bien porque es tuberculoso, artrítico y ya comienza una parálisis general. Es un chico que aventaja a los otros niños y estamos orgullosos, mi marido y yo, de poseer semejante diablito.
- Conozco a los niños, señora -responde la nurse-; los tengo vistos en el Jardín Botánico. Haré todo lo posible para mantener a Tommy en el mismo estado de prosperidad del que goza.
- Bien -digo a mi vez-, aquí está Tommy, llévelo y evítele los espectáculos licenciosos. Desde ese día Tommy inicia una notable carrera de niño mimado. La nurse se ocupa de su persona con los cuidados higiénicos necesarios para conservar la salud de un bebé. Como nuestro Tommy era tuberculoso, cada mañana antes de las diez, Dolly Cow, su nurse, lo palmeaba frente a la ventana, sacudiéndolo violentamente con el fin de liberarlo de todos los gérmenes nocivos. Con este régimen Tommy se estaba volviendo realmente lindo de ver. El niño, antes triste y tranquilo, ubicado con los pies desnudos sobre una plancha de fundición calentada al rojo, gritaba como un tenor. Si el niño no quería dejarse lavar, Dolly lo sometía a una máquina que limpia los compartimientos al vacío y que yo había comprado para curarme las orejas.
Nuestro angelito se volvía cada vez más admirable. Tomaba el aspecto físico de una ciruela pasa y todos los días su nurse se arrugaba la piel de la frente con un hierro de planchar.
- Es una perla -dice mi mujer; no sé en qué se convertirá nuestro hijo, pero de todas maneras no nos podrá reprochar el no haber hecho nada por él.
Tommy jamás reprocha nada, por una buena razón: Dolly Cow lo hace hervir durante dos horas en un recipiente de zinc que servía para la limpieza de los pies. El niño muere en el agua a la edad de un año.
- Es una desgracia -dice la nurse-; estos niños ricos no duran nada. Si él hubiera esperado una hora más, yo lo hubiera limpiado de todos los microbios, aunque el tratamiento fuera doloroso.
Así muere Tommy, hijo mío y de mi mujer. El médico que constata los decesos declara que ha muerto de insolación, lo que permite a mi mujer hacerme una escena por haberlo dejado salir sin sombrero. Pierre Mac Orlan
Se aceptan anécdotas graciosas en velatorios, entierros, etcétera...